Todo lo bueno de la vida es ilegal, amoral o engorda

(Rosa Mora)
  Me dicen libreros amigos que Ingrid Noll no vende mucho, por eso es una bendición que la editorial Circe la siga publicando con regularidad desde 1996. A principios de los noventa, Seix Barral publicó un par de novelas suyas, pero lo dejó correr.
  Ingrid Noll nació en Shanghái, en 1935, hija de un médico. A finales de los años cuarenta, la familia regresó a Alemania, su país. Estudió Filología Germánica e Historia del Arte. A los 55 años empezó a escribir novelas negras. Ha publicado una veintena larga en su país, de las que 14 han sido traducidas al castellano.
Ingrid Noll.
  Es una escritora insólita en el panorama actual. Es irreverente, pone en tela de juicio todas las normas de la sociedad, en especial de eso que llaman “políticamente correcto”. Le importan un bledo las convenciones del género negro. Apenas aparecen policías en sus novelas, crea siempre situaciones domésticas en las que puede producirse cualquier tipo de crimen, sin culpables. 
   Sus personajes son maravillosamente amorales, la gastronomía es otro de sus ingrediente y presta especial atención a las personas mayores, en general, mujeres que disfrutan de la vida aunque para ello tengan que matar a alguien. El retrato psicológico de sus mujeres malas es estupendo (lean, por favor, Benditas viudas). El humor y la ironía son sus armas favoritas. Sus libros no pasan nunca de las 300 páginas.
   “Todo lo bueno de la vida es ilegal, inmoral o engorda”, dice uno de los personajes de A la mesa, y esta es la divisa de la novela y de casi toda la obra de Noll.
  En esta ocasión, la historia está contada por una mujer joven, Nelly, madre de dos hijos a los que quiere muchísimo, sin marido, preocupada porque cree haber decepcionado a su madre (que, a fin de cuentas, es quien la ayuda a llegar a fin de mes). Además, Nelly siempre se enamora del hombre equivocado, pero es que ella busca el amor y el sexo con entusiasmo y sin contemplaciones.
   De las últimas novelas de Noll, A la mesa es la que tiene un humor más salvaje. Es como una comedia de enredo: Nelly monta un restaurante clandestino (ilegal) para comensales fijos. Por allí desfilan personajes singulares, como el viejo capitán, la bulímica Gretel, la sabia Regine o el atractivo Markus, que tiene el síndrome del buen samaritano, o la poderosa madre de Nelly. Y pasa de todo: experimentación en la cocina, celos, envidia, cotilleos, enamoramientos, acoso y derribo en el sexo, relaciones gastrosexuales en la tercera edad o un par de asesinatos. Y eso sólo el principio.
  No se la pierdan. Es muy buena.

Ingrid Noll
A la mesa
Circe
Traducción de Lidia Álvarez Grifoll
224 páginas. 17 Euros




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