Sorpresas negras
(Rosa Mora
Me gusta que las antologías me descubran una obra o
un autor y Barcelona negra y Madrid negro, a cargo de Ernesto Mallo, cumplen
con creces. Los 21 autores seleccionados han elegido con absoluta libertad
barrios de sus respectivas ciudades.
Algunos ejemplos. Sólo conocía a Vanessa Montfort como dramaturga y I don’t like Mondays es estupendo, un turbador
retrato de una niña de seis años obligada a ser mala. De Lilian Neuman, corresponsable de este blog, sabía de sus reseñas literarias,
y de Milo J. Krmpotic, de su trabajo
periodístico, pero los desconocía como escritores. Ambos han escritos relatos
sobresalientes.
El Pequeño Saltamontes soñaba de pequeño con
extender los brazos y tocar con la punta de los dedos las paredes amuralladas
de una estrecha calle de La Ribera, en Barcelona. Es la primera imagen que me
quedó grabada de El muerto de madrugada de Neuman, porque define ese
barrio a la perfección. Percibes incluso el olor de esa zona. En torno a un bar
de toda la vida pululan personajes de la noche que compiten por ver quién tiene
más memoria de las décadas pasadas.
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Barrio de La Ribera, Barcelona |
Krmpotic ha elegido el barrio de Gràcia como
protagonista de Ruido blanco. Con un ritmo endiablado, con repeticiones
de párrafos y situaciones in crescendo
que alertan de que algo terrible va a suceder, narra una tarde noche madrugada
en el que la juerga se mezcla con el vandalismo. Es lo mismo cada fin de
semana, pero si te han destrozado la moto y vives una historia de amor desamor
y soledad el estallido de violencia, irreparable, está asegurado.
Sorprendente es también Versiones de Luisito,
en el que Andrés Barba reconstruye
de una manera muy original un crimen ocurrido hace años en la calle Topete (del
madrileño barrio de Tetuán). Un guardia de seguridad en paro, inmerso en alcohol y drogas, mató a un joven
dominicano. Lo cuenta de una manera aparentemente aséptica a través de citas de
los periódicos, declaraciones de los vecinos, de abogados, de Rajoy anunciando
repetidamente que la crisis ya es historia. Ves la degradación de la zona. Es
demoledor.
Crímenes oscuros,
de Juan Aparicio Belmonte, parte
también de un hecho real. El Gobierno autonómico madrileño prometió a los vecinos reconvertir un campo de golf
privado en un parque público en Chamberí. Incumplió la promesa. La ficción, con
mucha ironía y humor, narra la venganza de los reivindicativos vecinos. Pero quizá
el relato que mayor sarcasmo, ironía y humor tiene es el de Marta Sanz (Jaboncillos Dos de Mayo), muy divertido, pese a la dureza de lo que
cuenta: un proceso de gentrificación en el barrio de Malasaña, en el que los
habitantes de siempre son desplazados y sustituidos por otros de mayor nivel
económico. Es genial el retrato que hace de los hípsters y la historia de la
ingenua e inútil venganza de algunos
vecinos.
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Barrio de Malasaña, Madrid |
Los barrios de Madrid y Barcelona que aparecen en
estos relatos conforman un mosaico de dos ciudades en cambio y ruptura
permanente. La crisis económica, el
paro, las bandas, la pequeña delincuencia frente a la gran corrupción, la
degradación del barrio, su transformación, la inmigración, el racismo y la
xenofobia, la codicia, la venganza o el amor son algunos de los temas
abordados.
El resultado es una visión poliédrica, con
diversidad de voces y miradas. Desde el maestro Andreu Martín (El resto de mi
vida), uno de los autores que mejor domina la violencia urbana, que traza
un vigoroso retrato de pandillas, pasión y muerte en un barrio deprimido a Lorenzo Silva (Carabanchel blues), Rosa Ribas
(Pablito) o Carles Quílez (La ley de la
calle) que están en la misma línea aunque con historias muy diferentes. Alfonso Mateo-Sagasta opta por la
delincuencia más sofisticada en No es
fácil ser enano.
Carlos Zanón (El día que
mataron a Leo) y Toni Hill (Especies protegidas) coinciden en
enlazar el presente con el pasado y en la sensación de fracaso que tienen sus
protagonistas. Hill muestra una Barceloneta invadida por turistas y Zanón, su
Guinardó, en un relato que tiene mucho de sus excelentes novelas.
Si los escritores incluidos en estos libros se
sienten libres en todos los aspectos, el relato de Ernesto Mallo, (El paraíso en
invierno) es el que más: entre el sueño y la realidad, el amor y el desamor.
También, el de Jesús Ferrero (Carlota), entre Argüelles y Berlín, con
más sangre. La venganza terrible, que roza la locura, de una madre a quien
mataron dos hijos es la protagonista de El
Lobo, de Domingo Villar
(¡añoramos tanto a Leo Caldas!). Algo hay de eso también en La carne callada, de Patricia Esteban Erlés y su inquietante
forense enamorado. Fernando Marías
describe en 55 minutos un Madrid
apocalíptico y futurista en el que todo está controlado por una especie de gran
hermano.
Las catalanas Teresa Solana (Tiempo muerto) y Empar Fernández (Rojo infierno) se inclinan por estructuras más clásicas. Solana narra
el miedo y las sospechas de una mujer cuando son descubiertos los cadáveres de
12 prostitutas en el barcelonés mercado del Ninot. Fernández une paro,
inmigración y desesperación en la estación de Sants y sus inmediaciones.
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Mercado del Ninot |
Unos autores han erigido el barrio en protagonista y
otros han optado por convertirlo en mero escenario de una acción. Confieso que
me han gustado más los primeros sin demérito de los segundos. Berna González Harbour ha elegido una
tercera vía: la línea 10 del Metro de Madrid. En Metro de Madrid, Línea 10,
encontramos a una madre al borde del ataque de nervios corriendo, en pijama y
sudadera, tras sus hijos adolescentes. Tragicómico.
Ambos libros muestran la enorme variedad de
registros del género y en conjunto tienen un excelente nivel literario. Vale la
pena leerlos. Igual se llevan una sopresa.
Madrid negro
Ernesto
Mallo (Ed)
VV AA
Siruela
196
páginas. 16 euros
Barcelona negra
Ernesto
Mallo (Ed)
VV
AA
Siruela
160
páginas. 16 euros
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