Larga es la noche
(Lilian Neuman)
Entre
el aluvión de publicaciones, es importante destacar esta historia;
compleja, comprometida, férrea y de una pieza: a nada le teme, y así habla de religión y nacionalismo, y de identificaciones juveniles y alta política.
Irlanda del Norte, años setenta: un chaval de instituto le ruega al líder de su clase que lo admita en su organización, el IRA.
Adrian McKinty FOTO LEAH GARRET |
Más de diez años después, la escalada de violencia desde los sesenta no ha remitido. Con algunos altibajos, ser unionista o independentista, o ser católico o protestante sigue marcando destinos. Individuos y familias enteras definidas en lo irreconciliable. De todo esto -y de un período en particular, cuando un grupo de presos (y un terrorista en particular) ha escapado y la señora Thatcher cobra singular protagonismo- habla
esta vibrante narración. También del paisaje inclemente y hermoso
que esconde lo que el autor llamaba hace poco, en una entrevista,
“las reservas de odio” que han signado a su generación, y que
siguen latentes en su país, aunque en 1998 formalizó su proceso de paz.
Adrian McKinty nació en Irlanda del Norte (en Carrickfergus), en 1968,
estudió en Oxford, vivió muchos años en Estados Unidos y actualmente vive con su esposa y sus hijos en Melbourne,
Australia. En un momento de esta travesía comenzó a publicar sus
novelas. Entre ellas, esta que forma parte de una serie iniciada con
Cold cold ground y Oigo sirenas en la calle
(Alianza). Las
tres protagonizadas por el agente Sean Duffy. Es a través de él (excesivo, impertinente y emocional) que McKinty observa el pasado. Sería difícil decidir qué es mejor, si el
desarrollo de la investigación o el dibujo de los personajes.
El denostado y readmitido policía Sean Duffy tiene que encontrar a
un viejo y popular compañero de instituto -el líder carismático al
que en su día rogó que le admitiese en su grupo- por orden de la inteligencia británica. Así, regresará a antiguos paisajes de su propia adolescencia, para verse reflejado en
las miradas de aquella mujeres -una ex esposa, una ex suegra- de la
Irlanda católica, que no le dirán una palabra, si es que conocen el
paradero de este prófugo de la cárcel que desde alguna parte -Libia fue su aliada; una revancha de Gadafi- está organizando un enorme atentado. Habrá algo más, difícil para él, muy interesante para el lector: la búsqueda del terrorista le obligará a investigar un crimen a lo Gastón Leroux.
El
mundo al que Sean regresa lo desprecia por
madero y aliado de los británicos. Pero allí también está el
joven que fue Sean. El que soñaba con ser libre.
Sean Duffy, y su tensa investigación, su inevitable trato con la política y el espionaje, con grandes momentos, es un excelente vehículo para encontrar cuánto de
absurdo puede haber en ese cajón de sastre llamado identidad.
Por
la mañana me habré ido
Adrian
McKinty
Alianza
Traducción
de Eduardo Hojman
372
páginas
18,00
€
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