Fascinante Fred Vargas

(Rosa Mora)

La escritora francesa nos lleva en Tiempos de hielo a un espléndido viaje desde un islote islandés a la Revolución Francesa

  Fred Vargas es maestra indiscutible en el arte de mezclar leyendas, tradiciones, fantasía, historia, humor y suspense, con imaginación y una prosa excelente. Sus argumentos son sólidos y complejos y se disparan en varias direcciones. No deja nada al azar. En El Ejército Furioso, su anterior novela, la escritora francesa parte de una leyenda de siglo XI, según la cual un fantasmal ejército de muertos vivientes se lleva a hombres y mujeres vivos que son culpables impunes de delitos, y lo liga con la actualidad más rabiosa; la lucha por el dinero y el poder de empresarios sin escrúpulos.

  Parecía insuperable, pero Vargas siempre da un paso adelante. Tiempos de hielo es muy buena. Un grupo de turistas atrapados en la niebla en un islote islandés deshabitado. Dos de ellos mueren en extrañas circunstancias. Diez años después, una de las supervivientes aparece muerta en la bañera. Todo indica que se ha suicidado, pero un extraño signo siembra dudas. El comisario Adamsberg y su equipo descubren que los que lograron salvar la vida pertenecen a una misteriosa asociación dedicada a estudiar los escritos y conferencias de Robespierre, que interpretan como una obra teatral, disfrazados, enmascarados y caracterizados de época.
  La escritora nos lleva a uno de los periodos más fascinantes de la Historia, la Revolución Francesa. Por la novela desfilan, además de Robespierre, Danton, Fouché, Desmoulins, Luis XVI, María Antonieta, el verdugo Sanson, los jacobinos, los girondinos... Los hace de carne y hueso y plantea sugerentes enigmas entre la realidad y la ficción.
  La investigación es complicadísima. “Llevamos ya catorce posibles sospechosos. ¡Catorce! En nueve días”, dice Adamsberg a un desesperado Danglard. “No olvide que primero derrapamos sobre los hielos de Islandia. Eso nos robó tiempo. Y todo para vernos lanzados de lleno a la Revolución…” (página 175).
  Vargas nos propone una aventura fascinante que llega hasta la actualidad. Tiempos de hielo reúne todas las características que hacen única a Vargas: tramas complejas que parten de diversas posibilidades, de aparente irrealidad.
     
      Yo no soy realista. Me ocupo de la realidad. Creamos a partir de lo real pero lo desfiguramos, afirmó en la excelente entrevista (de las pocas que concede) de Octavi Martí. En esa entrevista señala a sus tres referentes literarios: Jean-Jacques Rousseau (la relación entre el hombre y la naturaleza), Ernest Hemingway (el individualismo moral) y Marcel Proust (el arte de la digresión). Esto explica muchas cosas de su narrativa.
     
      Otras señas particulares
Nunca aparecen detalles concretos de marcas, canciones o  modas, para evitar datar la historia.
Sus personajes son extraordinarios.
No  utiliza grandes golpes de efecto, sin embargo mantiene al lector en vilo.
Su humor es soterrado, a veces maligno, a veces risueño.
Consigue que su prosa sea detallista, morosa y ágil a a vez.
Susnocimientos de arqueología e historia son patentes, pero su erudición jamás es un lastre, la hace amena. Hace bueno aquello de divertirse y aprender.

.    ¿Escribe Vargas novela negra? 
¿Policiaca? Ella dice que de enigma. Quizás sólo es literatura. Quien mejor la ha definido es el escritor y crítico José María Guelbenzu: "Muy moderna en su clasicismo". La atrayente mezcla de leyendas y fantasía aparece en todas sus novelas. Por ejemplo, vampiros y cazadores de vampiros (Un lugar incierto); un hombre lobo con apariencia humana (El hombre del revés) o el fantasma de una monja que degollaba a sus víctimas (La tercera virgen). En Tiempos de hielo, encontramos a un afturganga, guardián, para unos, del islote islandés, un demonio o un muerto viviente para otros. Protege y guía a Adamsberg.
  Fred Vargas es difícilmente clasificable. No se parece a nadie, aunque a mí me ha hecho pensar en otro gran innovador, el irlandés John Connolly, que también se mueve entre el presente y el pasado. Charlie Parker y sus amigos y ayudantes, la pareja homosexual Angel y Louis, son asimismo muy especiales. Parker es tan compasivo como Adamsberg. Vargas y Connolly exploran el Mal en estado puro, pero las novelas del irlandés son duras y las de la francesa, amables. Quizá recuerda algo al Daniel Pennac del Quinteto de los Malaussène en cuanto a personajes entrañables se refiere. Tanto Ben Malaussène, el líder de la tribu, como sus numerosos hermanos y amigos del barrio parisino de Belleville, tienen ese algo cercano. Pero toda semblanza es remota. Vargas es única.
   Para quienes no la hayan leído descubrirla será sensacional y para quienes ya la han leído seguro que encontrarán en Tiempo de hielo algo más de lo que esperaban. 

Una troupe sensacional.
 Una de las claves de porqué Fred Vargas gusta tanto son sus logrados personajes. Incluso los secundarios son brillantes.
 Los disparatados miembros de la Brigada Criminal 13 de París, de Jean-Baptiste Adamsberg son fantásticos; sería muy divertido trabajar con ese equipo. Empezando por el propio comisario, un hombre de gran intuición y, sobre todo, compasivo. Siempre viste de negro, lleva dos relojes que no funcionan, hace estupendos dibujos de los implicados en el caso y nunca para quieto. Es muy atractivo.
 La poderosa y omnipontente teniente Violette Retancourt, 100 kilos de masa musculada, leal aunque planta cara cuando piensa que Adamsberg descarrila. El comandante Danglard, mano derecha del comisario, de elegancia británica, gran bebedor de vino blanco, el más inteligente y con  más memoria del grupo, el que intenta casar las fábulas y leyendas con la ciencia. El hipersomne Mercadet, que necesita hacer una siesta cada tres horas, protegido por la brigada para que no se entere el gran jefe. Voisinet, experto en peces y aves. Mordent, gran conocedor de los cuentos de hadas. Veyrenc, con el pelo bicolor (fue torturado de niño); nació en el mismo trozo de montaña pirenaica de su jefe y de la rivalidad pasaron a la amistad. A veces habla en alejandrinos y es un gran admirador de Racine. Helène Froissy, delgada como un alambre, come poco pero tiene pánico de quedarse sin comida y posee toda una reserva en comisaría.
 Buenos también son los tres evangelistas, de otras serie de Vargas del mismo nombre. Los tres son historiadores, sin un duro y con gran curiosidad: Mathias (prehistoria), Marc (medievalista) y Lucien (I Guerra Mundial). En su creación la escritora partió de su hermana gemela Jo y de su hermano mayor, Stéphane. "Me he inspirado en él, en Jo y en mí misma. No somos reconocibles pero somos nosotros. Y es nuestra manera de funcionar como hermanos". Ha escrito hasta ahora tres novelas de esta saga, Que se levanten los muertos, Más allá, a la derecha y Sin hogar ni lugar, que Siruela reunió en 2014 en un solo volumen, Los tres evangelistas.
  
 Fred Vargas

De su primera novela, Jeux de l’amour et de la mort (1986), Fred Vargas vendió 1.500 ejemplares y las siguientes, escritas entre 1986 y 1987 se publicaron en los años noventa. Empezó a escribir para distraerse cuando preparaba las oposiciones al CNRS (Centro nacional de Investigación Científica). Las editoriales las rechazaban porque no se ajustaban al concepto de novela negra, hasta que encontró a la pequeña editorial Viviane Hamy, a la que permanece fiel (si se quiere editoriales independientes, los autores también han de serlo, dice).

Durante años (trabajó más de 20 en el CNRS) escribió sus historias en las tres semanas de vacaciones a un ritmo de 15 horas diarias. Pidió la excedencia, pero aún ahora, de vez en cuando lo hace en tres semanas, sin esquemas ni notas. Lo tiene todo en la cabeza.
 Frédérique Audoin-Rouzeau, verdadero nombre de la escritora, nació en París en 1957. Es hija de un escritor y de una ingeniera química. Su hermano mayor, Stéphane, es historiador y su hermana gemela, Jo, pintora. Las dos utilizan el seudónimo Vargas por el personaje de María Vargas (Ava Gardner) en La condesa descalza, que les gustó mucho. Jo, bromea en un breve e irónico autorretrato que publicó en francés, nació 10 minutos antes que ella y es la primera lectora de sus novelas.

 Vargas es arqueóloga de profesión y tiene estudios de Historia, primero se interesó por la Prehistoria y luego por la Edad Media. En el CNRS trabajó como investigadora arqueozoóloga y ha publicado ensayos sobre las epidemias, la pulga que transmitía la peste, o la economía en la Edad Media.

 Políticamente, se sitúa a la izquierda. En las elecciones europeas de 2009 apoyó la candidatura de Daniel Cohn-Bendit; es una luchadora por el medio ambiente y se partió la cara contra la extradición a Italia de Cesare Battisti, sobre el que publicó La verité sur Cesare Battisti.

 Los que van a morir te saludan es la primera novela de Vargas publicada en España, una divertida historia sobre tres estudiantes franceses, Claudio, Tiberio y Nerón que viven en Roma, donde el padre de uno de ellos es asesinado con una copa de cicuta al tiempo que uno valiosos dibujos de Miguel Ángel son robados de la Biblioteca Vaticana.

 Los primeros títulos de la serie comisario Adamsberg, El hombre de los círculos azules y El hombre del revés no tuvieron una gran acogida. El descubrimiento fue Huye rápido, vete lejos y a partir de ahí, a leer lo anterior y todo lo nuevo.

Tiempos de hielo es la novena novela de la saga, además de un libro de relatos (Fluye el Sena) y dos novelas gráficas, dibujadas por Edmond Baudoin  (Los cuatro ríos y El vendedor de estropajos).

 Si se cae en el hechizo de Fred Vargas es difícil salir.

 
Fred Vargas
Tiempos de hielo / Temps de gel
Traductores:  Anne-Hélène Suárez Girard / Anna Torcal y Salvador Company
Siruela / Amsterdam
352 páginas / 422 páginas
19,95 euros / 20,90 euros

Comentarios

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