Descalabros cotidianos

Berna González Harbour. FOTO RAI ROBLEDO
(Rosa Mora)
   Dice  Àlex Martín Escribà que el  police procedural  se está agotando y que "aunque se hacen cosas muy buenas hay una saturación del mercado". Probablemente, pero este subgénero, que se caracteriza porque sus protagonistas, investigaciones y métodos se encuadran en los cuerpos policiacos, ha tenido y tiene, desde  la serie del Distrito 87 y su protagonista, Steve Carella (Ed McBain)  mucho éxito. Como siempre, depende de la calidad y, además, influyen otros factores. Por ejemplo, hay personajes que crean adicción. Que no le digan a un fan de Harry Bosch, Salvo Montalbano, Kurt Wallander, Kostas Jaritos, Guido Brunetti o Petra Delicado, entre otros,  que sus héroes ya no funcionan.
   Algunos gustan porque el procedimiento policial les importa un bledo, como al  viejo inspector Méndez, de González Ledesma, y otros nos conquistan por su brío y novedad: Rocco Schiavone, de Antonio Manzini, o la exigente,  tozuda y enérgica comisaria María Ruiz, de Berna González Harbour.
   Verano en rojo y Margen de error, las dos novelas publicadas de la comisaria Ruiz, gustaron a lectores y crítica. Con ellas, González Harbour (Santander, 1965) ha unido conocimientos periodísticos, tramas interesantes y buenos personajes. "Sigue la mejor tradición de la novela negra norteamericana, poniendo al día a Ed McBain", escribió el librero de la Negra y Criminal, Paco Camarsa.
   Pero ahora, con Los ciervos llegan sin avisar, en la que deja reposar a su policía, da un giro de 180 grados, de cariz negro, pero que apenas admite etiquetas. Hay una investigación, pero no es relevante en la narración, solo para mostrarnos una situación desastrosa y una huida que en realidad es un principio.
   La huida es la de Carmen, una analista financiera de éxito, que al quebrar el presunto banco ético en el que trabajaba, pasa del todo a la nada. Sola con su hijo, el ex marido que no le paga la pensión, el amante que la engaña y abandona, la hipoteca que no va a poder pagar… sufre una especie de shock. El desmoronamiento. Necesita estar sola, respirar, recapitular.
   Se larga en pos de un recuerdo incompleto, de algo sucedido hace 22 años en la recta de una carretera, junto a un pueblo sin nombre en el que todos observan. Un paisaje enrarecido, un restaurante de carretera, un hostal a medias puticlub, dos hombres muertos, una vieja que vigila y espera, un ex concejal corrupto, la amarga experiencia de un abuelo que avala a su nieto, y Carmen que quiere saber y comprender.
   González Harbour una creado un personaje tan potente o más que María Ruiz. Los ciervos llegan sin avisar es otra manera de contar literariamente los descalabros cotidianos de esta España. En unos tiempos en que en cada rincón se publica una novela de procedimiento,  la escritora ha dado un paso interesante.

Los ciervos llegan sin avisar
Berna González Harbour
RBA
222 páginas. 9,95 euros








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