Laponia, la fascinación de un descubrimiento


(Rosa Mora)
     Laponia, en el techo de Europa, se extiende por regiones de Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia. Tierra despoblada y semidesértica, habitada por los samis (árticos), dedicados en su mayoría a la cría de renos. Pero todo cambiará para ellos, cuando sus vecinos comiencen a interesarse por el comercio de pieles y por sus riquezas naturales; madera, agua, minerales. La colonización y la explotación en toda regla se iniciaron en el siglo XVII. Los escandinavos reclutaban a los samis a la fuerza para transportar minerales hasta los ríos, y los que se negaban eran apaleados y encarcelados. La población quedó diezmada. También fueron perseguidos cruelmente por sus creencias (“supersticiones”, decían los cristianos). Fue algo así como la conquista de América, dice uno de los personajes. Tiene razón.
  Ahora, estamos en el siglo XXI y las cosas han cambiado. O deberían haber cambiado. Noruega, Suecia y Finlandia reconocieron la identidad sami a finales de los ochenta y mediados los años noventa del siglo XX. Pero muchos siguen pensando que los samis son vulgares delincuentes, otros opinan que son comunistas. Les desprecian.
  Tres hechos suceden casi al mismo tiempo, tras la noche polar de 40 días. El robo de un tambor sami tradicional, muy apreciado porque lo utilizaban los chamanes (solo quedan unos 70 en el mundo y ninguno en Laponia, hasta que un anciano erudito francés donó este al museo de Kautkeino), el asesinato aparentemente ritual de Mattis, un pastor de renos, y la inminente conferencia de la ONU sobre poblaciones autóctonas, en la que los partidos políticos aspiran a quedar bien parados.
  La policía de los renos
  La denominada policía de los renos entra en acción. Sus principales tareas son la mediación y prevención de conflictos entre ganaderos. Creada después de la II Guerra Mundial, tiene jurisdicción transnacional, con competencias en las regiones laponas suecas, noruegas y finlandesas. Sus principales representantes son Klemet Nango y  Nina Nansen. Él, un tipo solitario que no tiene suerte con las mujeres, es el único sami en el cuerpo de  policía. Y con gran experiencia: trabajó en Estocolmo con el grupo Palme. Educado por unos padres laestadianos, una secta luterana, tradicionalista, estricta y puritana, en la escuela le pegaban si hablaba sami. Y Nango tiene problemas con sus orígenes, aunque en el jardín de su casa tiene instalada una tienda sami, y siempre se ha sentido fascinado por los cantos yoik de su tío Nils, de quien admira su espíritu de libertad.
  En cuanto a Nina, se crió en el sur de Noruega y procede de la Escuela de Policía de Oslo. Su primer destino es la policía de los renos, donde empezó a patrullar hace tres meses. Aparentemente frívola –todo el día pide a Klemet que le haga fotos-, ve con nuestros ojos el Gran Norte. ¿Cómo se podía vivir así en su propio país? Atropella involuntariamente a un reno y siente una gran desolación. Su innata curiosidad hace que avance la investigación.
 Truc evita todo didactismo, pero entre el presente y el pasado va contándonos la historia de esta tierra desconocida y de sus gentes. La competencia entre la patrulla de los renos y la otra policía; la búsqueda de un tesoro, la maldición de una antigua mina, ¿de oro? ¿o de uranio? El crecimiento de los partidos de extrema derecha. El enfrentamiento entre quienes quieren reducir el caso a un simple ajuste de cuentas entre ganaderos y los que perciben que va mucho más allá y que, como siempre, la codicia humana no tiene límites.
  Explica todo eso a través de personajes muy logrados: El pastor de renos Aslak, que vive aislado en la tundra –no tiene teléfono, ni móvil ni moto de nieve- con sus renos y su esposa que ha perdido la razón, respetado y temido porque es diferente. Olaf Renson, militante puro y duro de la causa lapona desde los años setenta, cuando grandes compañías mineras empezaron a hacer de las suyas; Rolf Brattsen, un policía racista, brutal y corrupto; André Racagnal, un geólogo francés a quien gustan las niñas y cuyo principal objetivo es enriquecerse cueste lo que cueste; Hurri Munker, un sami de ciudad, uno de los primeros que cursó estudios universitarios y que conoce bien la cultura de su tierra; Berit, la mujer que aún suspira por su único amor y que guarda tantos secretos; Nils Ante, otro guardián de la cultura sami, excelente cantor de yoik.
 La climatología es otro factor determinante de El último lapón. La noche polar, apenas unas horas de luz, las tormentas colosales, temperaturas a 40 grados bajo cero, el frío espantoso, el miedo… No se pierdan esta novela, sus 500 páginas se hacen cortas
.
   

Oliver Truc
   Oliver Truc (Dax, Francia, 1964) es corresponsal de Le Monde y del semanario Le Point para los Países Bálticos y vive en Estocolmo desde 1994.  Hay que prestar atención a estos autores franceses o de lengua francesa que rompen fronteras. Es el caso, por ejemplo, del suizo Joël Dicker, autor de la espléndida La verdad sobre el caso Harry Quebert, ambientada en un pueblecito pesquero de New Hampshire (Estados Unidos), o de Zulú, de Carel Férey, situada en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) poco antes de los mundiales de fútbol de 2010.  

Oliver Truc
El último lapón / L’últim lapó
Olivier Truc
Destino / Columna
Traducción de Joan Riambau Möller / Josep M. Pinto
528/ 400 páginas. 18,90 euros

Comentarios

Entradas populares de este blog

Como veneno en un árbol

Una pequeña joya de Ruth Rendell

Claroscuro