El hombre que amaba la soledad
Leif GW Persson |
(Lilian
Neuman)
Cerca del final de este elogio de la perseverancia, Leif GW Persson -a través
de su protagonista- cita a Friedrich Dürrenmatt. Así ratifica el magisterio que -todavía hoy- ejerce el autor suizo fallecido
en 1990. De perseverancia y de reconocimiento de un sentido, aún ante la muerte
(y precisamente porque existe la muerte, para darle un portazo en la cara,
puesto que hay asuntos más importantes que atender), hablan estos señores.
De Leif GW Persson (Estocolmo, 1945) hay mucho por decir (de Dürrenmatt, que su reflexión sobre el asunto criminal sigue sonando a definitiva). Criminólogo,
profesor e investigador, hombre mordaz, es homenajeado por Stieg
Larsson en el primer volumen de "Millennium". El guiño a un
escritor respetado en su país, agudo analista y solvente narrador. A saber por
qué su trilogía "El declive del estado del bienestar" no ha tenido
aquí la resonancia que merece. En la primera entrega, hasta el título es bueno:
Entre la promesa del verano y el frío del invierno. Allí, el policía
Lars Martin Johansson es destinatario de un mensaje suicida, o tal vez emitido en oscuras circunstancias Es el principio de una madeja de política local e internacional. Y
como punto de fuga el asesinato del primer ministro Olof Palme.
Han pasado muchos años, aquel magnicidio sigue siendo un caso no resuelto (con ficción y reflexión que se acumula atravesando décadas), y aquí está Johnansson otra vez. Es el hombre que amaba la soledad
("requisito necesario y decisivo para que pudiese funcionar"),
obstinado como el primer día de su carrera (y con la suerte de una esposa
que lo quiere de verdad). Se parece, sin dudarlo, al comisario Bärlach, de
Durrenmatt, que insiste y persiste (con genialidad) en El juez y su verdugo.
Y que olvida su enfermedad mortal para seguir indagando en La sospecha. Lo mismo, con sus peculiaridades, que hará el jubilado de genio Johansson: a la muerte, sólo dedicarle una fugaz y despectiva mirada.
Los
hechos
Lars Johansson es un tipo mayor que debería hacer ejercicio. Un día pasa con su coche cerca del "mejor puesto de salchichas de
toda Suecia". Acaba de tener una charla con ex compañeros (que lo admiran
y respetan), y al poco rato está a punto de dar el primer mordisco de su
baguette rellena con salchicha y ensalada de col. Al momento, siente un pinchazo
en la cabeza. Cuando despierte en el hospital, le dirán que ha sufrido una
embolia.
Desde este momento la recuperación de Johansson -difícil, tortuosa- va por dos
caminos que no parecen armonizar muy bien. O la salud o la vida de verdad.
Para Johansson, la vida de verdad es una buena taza de café, una copa de
buen vino, por ejemplo. Al mismo tiempo está la lenta recuperación, el riesgo
de recaer, la comida sin grasas, la tenacidad de su fisioterapeuta y el amor de
su esposa. Y por suerte, está también su doctora, que le regala lo mejor que se
le puede regalar a Johansson: un crimen no resuelto.
Como
el inspector Morse en la cama del hospital, así Johansson se entrega a la
lectura de antiguos expedientes a la vez que mueve hilos e influencias. El crimen, según una nueva ley en Suecia, ha
preescrito, pero la violación y muerte de una niña de nueve años no prescribe
para nadie (y ahí está el investigador obsesionado de La promesa, de
Dürrenmatt), aunque de aquello hayan pasado veinticinco años.
El elogio de este elogio a la perseverancia comienza por ese refinado
proceso en el que el ojo de Johansson ve lo que nadie vio. En su modo de
indagar, y en los pasos, incomprensibles al principio, que va dando
para llegar a una verdad que a otros se le resiste. Y luego está su oficio (sabe con toda certeza quién le está mintiendo durante el
interrogatorio), y al fin los personajes que le rodean, sobre todo su viejo
amigo y compañero. Y algo más, que está en los diálogos y los pensamientos, en
la conciencia de un tipo peculiar que hace muchos años, en aquella primera
investigación en la que se vio envuelto en algo mucho más grande que una
muerte, se encontró con estas frases que lo estremecieron y, posiblemente, lo
marcaron para siempre:
"He vivido la vida entre la promesa del verano y el frío del invierno.
Cuando era más joven pensaba que al llegar el verano me enamoraría de alguien
que me gustaría mucho y entonces empezaría a vivir de verdad. Pero cuando
terminé con todo lo que estaba obligado a hacer, el verano ya había pasado y
sólo restaba el frío del invierno. Eso no era la vida que yo había
imaginado"
"El
detective moribundo"
Leif
GW Persson
Grijalbo
Traducción
de Francisco Jiménez Pozuelo
462
páginas
20,90
Euros
Me gustó mucho "El detective moribundo". Un poco triste pero muy emocionante. De lo mejorcito que he leído últimamente. Saludos.
ResponderEliminarEs usted el lector número 1 de este blog, en el que todavía estamos preparando. Muchas gracias!
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